martes, 11 de enero de 2011

Otro

Los encabezados no son lo mío...

********************************************************************



Ay niña tan dulce,
de dientes de plata
Miradas perversas,
muñecas de lata
escucha tranquila
baja la mirada
y escupe con sangre
tu bota escarlata
que el cuento que sigue
vomita esperanzas...

La noche es para los amargos que buscan caminos sólo guiados por el olfato. Uno de esos es Gabriel, un niño pequeño, de unos 20 centímetros que vivía en una botella de tequila... Una noche de luna invisible salió a recorrer el cemento, y, esquivando moribundos (de esos con los ojos blancos de risa), se encontró con un gato de proporciones gigantescas. El gato hedía a peleas callejeras y maullaba en colores pasteles Cuando Gabriel decidió subirse a su lomo, el animal respondió con una gota de esperma y una canción en su idioma ahhhhhh... Gabriel le acarició la cabeza y sin darse cuenta estaba encaramado sobre los tejados: una iglesia, un banco, otra iglesia y un edificio de 21 pisos. Ventanas cerradas: Todas. Luces encendidas: Siete. Gato en pikada: Uno... Gabriel se detuvo en el aire, sí, igualito que el humo del cigarrillo, niña. Y se pegó a una de las ventanas, y mordiendo el vidrio consiguió hacer un agujero por donde escuchó la voz de una niña como el, ínfima y redonda, que se mecía en la punta de una cucharadita de café. La niña cantaba: “ A la mierda con tus regalos, yo no quiero hablar en francés, son tus ojos los de un caballo, es tu sangre la de un ciempiés” 1, 2, 3...
Gato, Gabriel y calle formaban una sola pasta que casi pisa un señor que pasaba leyendo el diario.

Esta historia es de muchas puntas
Para que entierres en tu jardín
Y que te escondas bajo las sombras
Y nunca más pienses en salir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario