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En casa del padre Laurencio se dictan charlas de corazón amargo y paran solamente a beber leche y comer incienso de mirra. Las mañas siguientes aparecen como solsticio de vagina en una escalera que no para de lloverse por completo y boca arriba, como si las lagunas doradas carecieran de ritmo y las consonantes rrrrrrrrrrrrrrrrrrr q s t w y z r sssssssssssilencio cuidado osamenta quebrada y cubierta de chocolate blanco a golpes de martillo caucásico y/o planchas de zinc forjadas como rito de mañanita madrugadora.
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