viernes, 24 de enero de 2014

Lapa furibunda, lapa que no se deja...

Extracto de un mensaje en una botella encontrado un 17 de febrero en Las Docas

Centrados en una zona erógena, por mencionar, digamos, el perineo... realizar una presión sutil, pero a la vez constante. Acordamos que era importante un in crescendo cuidadoso, y en algún punto, manteniendo al unísono atención en el ritmo e intensidad de la respiración ( una vez pasado, desde luego, el umbral del jadeo), pasar al acto vibratorio. En efecto, el uso de más de un dedo resultó casi espontáneo. La espontaneidad en nuestros encuentros siempre fue celebrada. Pues bien. Al mismo tiempo, resulta extremadamente eficaz hacer mímesis con el sonido respiratorio del otro. En varias ocasiones al hacer esto de cerca sucedía que eventuales gotas de saliva ajena hacían contacto con... Digamos.... Mis labios, mi sienes, mis órganos genitales ( en el caso que me haya encontrado desprovisto de ropa). En muchas ocasiones en este punto nos hallábamos desnudos, por lo tanto, lamer sus axilas, por ejemplo ya no significaba un gran esfuerzo. Al sentir su mano sobre mi, por ejemplo, pene yo solía moverme, casi como de manera instintivamente hacia atrás y adelante, es decir, basculando mi pelvis ( no recuerdo haber escrito antes la palabra "bascular"). Generalmente decidido in situ, acordado con gestos pequeños, cambios de presiones al tocarse, etc... Se pasaba a la parte de introducción digital. A este respecto puedo mencionar la experiencia desde ambos (entre infinitos, supongo) ángulos: el referido al sujeto en cuyo recto se introduce una cantidad variante y variable de dígitos, o bien, desde la perspectiva de quien introduce el o los dedos. Cabe mencionar, sin embargo, que ambas situaciones pueden ocurrir en, por y/o para el mismo sujeto...

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